Gana Desbordes, pierde Allamand

El desbande oficialista

Cada uno de los pasos de la tramitación legislativa de la reforma que permite el retiro del 10% de las pensiones en tiempos de pandemia fue un misilazo para la unidad de Chile Vamos. Desde el desmarque de 13 diputados oficialistas en la votación en general del proyecto en la Cámara –apoyando la iniciativa y desoyendo la voluntad de La Moneda- se advirtió el calado de una crisis que sólo se agudizó con el correr de los días.

La votación final de este jueves fue el corolario: luego del repliegue del gobierno en la tramitación en el Senado quedó el campo abierto para que cada parlamentario actuara según su conveniencia. Sin incentivos para la unidad –y con muchos incentivos para empatizar con una reforma con altos índices de popularidad- 35 de los 72 diputados de Chile Vamos aprobaron la moción parlamentaria. Aunque esta vez evitaron las críticas frontales al Ejecutivo, plasmaron en números lo que venían advirtiendo varios dirigentes del sector: una desafección creciente –y para muchos irreversible- con el actuar del Ejecutivo.

Las cifras, sin embargo, también revelan los quiebres internos de las bancadas. Particularmente en la UDI, donde finalmente 11 de sus 26 diputados terminaron aprobando una iniciativa que -según los principales dirigentes de la colectividad- va en contra del ideario político del gremialismo. En RN los números fueron aún mayores (21 de 36), aunque probablemente el impacto interno sea menor, ya que desde un primer minuto se advirtió que era un tema que no generaba consenso al interior del partido.

Por si faltaran ejemplos para graficar el distanciamiento entre Chile Vamos y el gobierno y la crisis de la coalición oficialista, minutos después el bloque asestaría el tiro de gracia a su gobierno, al rechazar masivamente, en la misma Cámara de Diputados, el veto a la ley de servicios básicos que impulsó el Presidente Sebastián Piñera, sellando lo que en el propio oficialismo advertían sería un “jueves negro”.

Gana Desbordes, pierde Allamand

El debate sobre las pensiones terminó de poner en veredas opuestas al timonel de RN, Mario Desbordes, con Andrés Allamand. Ya venían rivalizando por sus opciones contrapuestas en el proceso constituyente, lo que derivó en que el senador comenzara a levantar un bloque disidente para desbancar al diputado de la presidencia del partido en los comicios internos de noviembre próximo. Pero la tramitación del 10% derivó en una pelea frontal entre ambos. Algo que se graficó este jueves, en un duro conato verbal que sostuvieron en un programa de Mega.

Allamand apostó por el rechazo frontal al retiro del 10%. Junto con argumentos técnicos, levantó la tesis de que se trataba de una argucia de la oposición para saltarse la iniciativa presidencial en materias de seguridad social. Así, lideró la ofensiva que amenazó con llevar el proyecto al Tribunal Constitucional.

Desbordes, por el contrario, en un principio se mostró disponible para aprobar la iniciativa ante la ausencia de medidas gubernamentales a favor de la clase media. Con la crisis oficialista ya desatada, el timonel de RN moderó su postura. Sin embargo, en ninguna de las tres votaciones votó en contra de la iniciativa, como demandaba La Moneda: en las dos primeras se abstuvo y en la tercera, este jueves, aprobó.

Finalmente, la votación le dio la razón a la postura del diputado de no “satanizar” la discusión de un proyecto de alta popularidad. La amplia derrota del Ejecutivo –la reforma obtuvo 116 votos- además tuvo un efecto que consolidó el triunfo de Desbordes y golpeó la estrategia de Allamand, quien menos de 24 horas después que defendiera la decisión de acudir al TC anunciaría que los senadores oficialistas contrarios al proyecto no acudirían a la instancia, tras constatar el amplio y transversal respaldo de un proyecto que incluso superó con largueza los 2/3 de quórum que Allamand y el ala dura de Chile Vamos buscaba validar con dicho requerimiento.

Horas después, el círculo se cerraría con el anuncio presidencial de que la reforma sería promulgada este viernes, desechando un requerimiento gubernamental ante el TC o el uso del veto presidencial. Una decisión que una vez más puso a Desbordes en el bando de los ganadores y a Allamand en el de los derrotados.

El dilema del cambio de gabinete

Ya a fines de la semana pasada el comité político daba por perdida la batalla legislativa en torno al retiro del 10%. Una sensación que quedó reflejada en los nulos esfuerzos que se hicieron para revertir los votos de cinco senadores oficialistas que sellaron la suerte del proyecto en la Cámara Alta.

La actitud del equipo más cercano al Presidente Piñera fue leída en sectores del oficialismo como una capitulación que sólo consolida la idea de la necesidad de un nuevo ajuste ministerial. El terreno ya había sido abonado por las críticas UDI a la falta de conducción política del ministro del Interior Gonzalo Blumel. El ruido sólo creció con la errática estrategia del gobierno para encarar la tramitación legislativa del retiro de pensiones, provocando un escenario impensado en que desde los tres principales partidos oficialistas se levantaban voces exigiendo un golpe de timón y una refacción del comité político.

En los últimos días, desde el oficialismo varios elucubraron que el cambio de gabinete se produciría antes de que terminara la semana. A estas alturas, sin embargo, nadie se atreve a confirmar o descartar nada. Aunque el martes la vocera Karla Rubilar reveló que el tema ha sido abordado por el comité político en sus conversaciones con Piñera, lo cierto es que no existe claridad de que el Mandatario tenga tomada la decisión. Y si así fuera, pocos se atreven a apostar cual sería el diseño elegido por el Jefe de Estado. Las fichas que se juegan son múltiples: si Piñera tiene o no contemplado sacar a Blumel y terminar con el círculo de hierro de Apoquindo 3000; si considerará ceder poder a favor de los partidos o por el contrario reforzará el diseño piñerista que considera rodearse de personas de su confianza sin que necesariamente respondan a las lógicas partidarias. Todo esto, acompañado de otra duda que no se despeja: quiénes podrían estar disponibles para subirse a un barco que atraviesa por la peor de las tormentas.

Por Daniel Labarca