Jaime Quintana lanza su libro: “El ejercicio de la ciudadanía es lo que da sentido a nuestra historia”

“Gracias a los millones de chilenas y chilenos que, enérgica y pacíficamente, nos han mostrado lo imperioso e ineludible que es construir un país más digno y más justo. El ejercicio de la ciudadanía es lo que da sentido a nuestra historia”, comienza enunciando el senador Jaime Quintana para referirse a las manifestaciones ciudadanas que dieron origen al acuerdo constitucional del pasado 15 de noviembre de 2019 y que tendrá su primer hito el próximo 25 de octubre con la realización del plebiscito.

El texto está redactado en formato de bitácora y en primera persona, a lo largo de más de 280 páginas el autor relata acontecimientos públicos y también privados, de las reuniones y encuentros que se dieron los distintos sectores políticos en el Senado. A continuación, les dejamos parte del capítulo 3: El acuerdo.

“¿Es el acuerdo de noviembre el más importante después de los pactos políticos que activó la victoria del No? Esa noche, cuando terminé de leerlo pensé que sí. En medio de esta pandemia que desnuda el engranaje del sistema, vuelvo a tener esa certeza: es el principal acuerdo histórico desde el retorno a la democracia. Honrarlo es nuestro deber y nuestra responsabilidad, porque, como dice Juan Rulfo, “nos salvamos juntos o nos hundimos separados”.

Viernes 8 de noviembre

El celular no para de sonar en esa larga jornada. Me llaman y envían mensajes para manifestar reparos por el tono de mis declaraciones en días previos. “Tú eres el senador de la retroexcavadora, no puedes darle oxígeno al gobierno”, me exige un dirigente opositor (…) El miedo se transforma en el escenario ideal para los que no quieren cambiar nada. Se hace tarde. (…) Reviso el celular. Tengo una llamada perdida de Gonzalo Blumel.

Sábado 9 de noviembre

“He pensado en hacer algunos cambios a la Constitución”, tituló esa jornada El Mercurio, citando textualmente al Presidente de la República, Sebastián Piñera. En una extensa entrevista concedida al matutino, el Mandatario solo habló de cambios a la actual Carta Fundamental y no mostró intención alguna por redactar una nueva. Aquí tenemos un problema, pensé. Blumel en privado dice una cosa y Piñera anuncia en un periódico algo bien distinto. Cambios o reformas constitucionales se han efectuado en más de 40 ocasiones y, claramente, eso no era lo que los chilenos y chilenas estaban demandando con cada vez mayor convicción. Otra vez una oportunidad perdida para enmendar el rumbo.

Domingo 10 de noviembre

Esa noche serían los propios dirigentes de Chile Vamos quienes saldrían a corregir de forma pública al Presidente Piñera luego de una reunión en su casa, al hablar abiertamente de una Carta magna que reemplace a la actual. De esta forma, mientras el ministro Blumel hablaba de “nueva Constitución” y de un “Congreso constituyente”, la presidenta de la UDI, senadora Van Rysselberghe, tampoco se quedaba atrás advirtiendo que “si es necesaria una nueva Constitución, estamos dispuestos a conversarlo”.

Lunes 11 de noviembre

Cerca de las 21 horas, nos reunimos un grupo de senadores con el ministro Blumel en la oficina de la presidencia del Senado, en Santiago. Al encuentro, coordinado por José Miguel Insulza, también se sumó Felipe Harboe y Francisco Huenchumilla. Allí analizamos el momento extraordinariamente difícil por el que atravesábamos, enfatizamos en el daño que se estaba haciendo a la imagen del país por las violaciones a los derechos humanos y que era imperativo terminar con esta barbarie (…). Esta reunión entre senadores de oposición y representantes del gobierno fue la primera instancia formal en la que ambos sectores se disponían a hablar sobre una nueva Constitución (…).

Martes 12 de noviembre

Ese martes se inició con múltiples y masivas convocatorias en distintos lugares del país, en el marco de la huelga general de trabajadores. La tarde, tal como vaticinaron aquellos informes policiales que había recibido, se tornaría extremadamente violenta (…)

(…) La antigua y amplia oficina de la presidencia del Senado, ubicada en calle Morandé 441 de Santiago, sería escenario de incontables reuniones, encuentros bilaterales o solo conversaciones informales. (…) En algún lapso estuvieron el entonces presidente de Renovación Nacional y actual ministro, Mario Desbordes, y los senadores José Miguel Insulza, Felipe Kast y Manuel José Ossandón. A esa altura nadie tenía la fórmula final en la cabeza, pero todos entendíamos que había que dialogar sin apuros. Ceder no es perder, me repitió un asesor en varios momentos de esa semana (…)

Miércoles 13 de noviembre:

Bien temprano esa mañana recibí un mensaje del expresidente Ricardo Lagos que decía: “Este es el día decisivo” (…) Ese miércoles, y en paralelo con el trabajo en la sala, en el comedor del cuarto piso de la presidencia en Valparaíso se instalaría un verdadero centro de operaciones, donde en conjunto con los miembros de la Comisión de Constitución del Senado, la oposición en un primer momento y luego con el oficialismo, fuimos delineando y prefigurando los objetivos, los mínimos y máximos de cada sector para posibilitar el aún escurridizo cambio constitucional.

Jueves 14 de noviembre

Vi y oí en esas horas decisivas en la oficina de la presidencia del Senado o interactuando a través del teléfono a Mario Desbordes, Gabriel Boric, Jaime Bellolio, Álvaro Elizalde, Guido Girardi, Ricardo Lagos Weber, Felipe Harboe y Heraldo Muñoz. Sin duda, cada uno de ellos cumplió un rol clave, en algunos casos traccionando a su respectivo sector a un punto de acuerdo que más allá de haberse anunciado en la madrugada del viernes, ya se había alcanzado en lo sustantivo 12 horas antes, precisamente luego de ese ajetreado mediodía. (…)

Tan solo 10 minutos después llegó Mario Desbordes a la misma oficina. Girardi lo había convocado. El presidente de RN, en un tono muy relajado, nos dijo: “Yo estoy de acuerdo, pero ayúdenme ustedes. No le pongamos asamblea constituyente, pongámosle cualquier otro nombre, menos asamblea, porque ese término nunca lo aprobará mi sector”, advirtió.

Rápidamente salí de ese hermoso e histórico salón, algo que ciertamente extraño de la presidencia del Senado. Tomé el teléfono para llamar a Blumel: “Si estamos todos por cambiar la Constitución, lo pertinente sería firmar un acuerdo pronto. Además, te recuerdo que fuiste tú quien en tu casa habló de un plazo de 24 horas para alcanzar un acuerdo político. Lo que está ocurriendo acá no ha estado ni en los mejores sueños de la democracia. Te pido, si existe esa disposición, lo apoyemos con todo”, le digo a un optimista ministro.

Esa tarde, alrededor de las 17 horas ya estaban todos los partidos sentados en ese holgado comedor. Era la segunda vez, ya que el día anterior fue la primera en que veía un arco tan amplio y diverso buscando con auténtica voluntad construir algo, llegar a un acuerdo, cediendo, pero entendiendo que había un fin superior claramente identificado que nos obligaba a movernos hacia el objetivo constituyente. Pienso que esto no fue menor (…)

Viernes 15 de noviembre

(…) Mientras se decidía cómo se dispondrían en el documento los nombres de los firmantes, algunos propusieron que debía ser el presidente del Senado quien diera lectura al texto. Nadie lo discutió. Es más, el diputado de Evópoli Luciano Cruz-Coke me pidió llamar nuevamente a La Moneda para informar que habíamos alcanzado el objetivo y que lo anunciaríamos a la brevedad. De las últimas intervenciones que hubo esa madrugada, hay dos que recuerdo especialmente, ambas del diputado Gabriel Boric. En la primera dejó constancia de que, si bien no está expresado en el documento, el espíritu del mismo tenía que considerar que el futuro órgano constituyente debía propender a la paridad de género y a la incorporación de los pueblos originarios. Nadie de los presentes en esa oficina cuestionó la petición, aunque el senador Coloma, sentado frente al diputado magallánico, emitió una expresión en la línea de “por favor, dennos un respiro”.

Nos levantamos de esa oficina con dos copias. Yo me llevé una; la otra quedó en manos de Alfonso de Urresti. La original es la que leí y que luego me pidieron los presidentes de partidos, quienes la conservan. No debería costar mucho identificarla, porque mientras acomodaba la bandeja con los micrófonos sobre la mesa pasé a llevar un vaso de agua y algunas gotas terminaron por manchar el papel. En esos segundos de tensión quería tener la certeza de que lo estábamos haciendo bien y que estábamos respondiéndoles a los chilenos y chilenas, dejando atrás años de intentos fallidos como país. Creo que será el tiempo el encargado de darnos esa certeza.

Este extracto es parte de lo publicado por el diario La Tercera. El lanzamiento del libro

“Sírvanse conectar”, puede verse a través de www.tv.senado.cl o en https://us02web.zoom.us/webinar/register/WN_A7GRPmsxTuWnHRB85nllCQ