Columna de Myriam Soto “El aislamiento social: Impedimento para el desarrollo humano”

El aislamiento social es posible entenderlo como una enfermedad desde el punto de vista clínico, pero también como una conducta o comportamiento social desde la perspectiva sociológica, lo cierto es que, este fenómeno lo han presentado personas desde épocas tempranas y cobra mayor relevancia en los tiempos actuales.
Se presenta según la definición disponible cuando una persona se aleja totalmente de su entorno, de manera involuntaria, aunque pueda pensarse lo contrario; aparentemente es propio de las personas que presentan algún grado de timidez, o un sentimiento de inferioridad frente a los demás.
Los orígenes de este mal desde el punto de vista de la sicología pueden estar en algunos de estos desencadenantes:
• Sentimientos de inferioridad con respecto a otros, por alguna dificultad física (obesidad, delgado, acné, torpeza en los deportes, etc.), por problemas intelectuales que generan retraso en el aprendizaje, por tartamudez, por problemas relacionados con la falta de habilidades sociales, etc.
• Pertenecer a un grupo familiar con una ideología diferente y divergente de la del grupo social principal.
• Pertenecer a una familia con dificultades para las relaciones sociales.
• Sentimientos tempranos de ser diferente a los demás, incluso a los miembros de la propia familia.
• Carácter inhibido y pasivo de niño, lo que dificulta la expresión de los propios gustos y necesidades y con ello las habilidades de relación y comunicación con los demás.
Este esquema de exclusión social está enraizado en el carácter de la persona y se puede manifestar de diversas maneras, desde el temor al ridículo hasta la búsqueda de compensaciones físicas, económicas y sociales.

El aislamiento social es una epidemia en aumento, cada vez se reconocen más sus consecuencias a nivel físico, mental y social. Desde la década de los ochenta se elevan las cifras de adultos que dicen estar solos.
Estar socialmente aislados es grave para las personas, aquellas que tienen menos conexiones sociales presentan serias dificultades a nivel sicosomático, llegando a ser la soledad un factor de riesgo de muerte prematura, es también un problema engañoso porque aceptar y hablar de nuestra propia soledad conlleva a una estigmatización, admitirlo puede hacernos sentir como que hemos fallado en aspectos fundamentales de nuestra vida.
Hoy en día mucho se promete en políticas públicas para los adultos mayores pero quien si no es la familia se preocupa para que no se sientan solos y se les deje enclaustrados en hogares dedicados al cuidado solamente físico, “Lo único peor que padecer una enfermedad grave es hacerlo en soledad”.
Por otra parte existe un aislamiento social de menores y jóvenes , quienes cada vez más aumentan la tendencia al uso y abuso de celulares, tablets y otros, amparados por cuidadores adultos que prefieren , muchas veces por comodidad, estas prácticas sin pensar en el alejamiento de su entorno que comienzan a presentar.
Una gran paradoja de nuestra era digital interconectada es que, al parecer, nos estamos alejando. Sin embargo investigaciones confirman que “la conexión humana está en el centro del bienestar humano, depende de todos nosotros mantener los vínculos ahí donde se están debilitando y crear nuevas interrelaciones donde nunca han existido”
MASTER EN TRABAJO SOCIAL