Columna de Silvia Paillan: “Marchar o no marchar, ésa es la cuestión”

Cuando desde el Txawun de Temucuicui llaman a una gran marcha para cerrar el mes de julio, como protesta al desarrollo de la causa sobre la muerte de Camilo Catrillanca y se cruza con el anuncio de suspensión de la cuestionada consulta indígena, surgen voces que hacen mirar al origen – o al menos- al antecedente que da cuenta de este clima de tensión que vivimos Mapuche y Estado.

¿Cuándo surge en mi este punto de inflexión?, es cuando me toca leer la declaración de Pedro Linco Llaulen de la Comunidad Domingo Trangol en el marco de la celebración del Dia Nacional del Campesino realizado en Victoria. ¿y por qué me llama la atención? Básicamente porque en la última década he visto como este tipo de efemérides se transforman es espacios para el uso de los actores políticos de turno, discursos, saludos, cenas, almuerzos, actos artísticos, mitings en gimnasios, son sólo algunas de las facetas de esta agenda de celebraciones que se aleja de la coyuntura real del esfuerzo de la vida en el campo. Lo que significa vivir de la tierra. ¿Se puede? Me queda la duda. Tiendo a creer que sólo se subsidia un sueño o es rebeldía, en cualquier caso quien trabaja la tierra merece mi total respeto.

Pero volviendo al discurso de Pedro Linco, aquí les dejo la frase que me hizo sentido “hace 51 años atrás mil quinientos peñis fueron a marchar a La Moneda para que fueran reconocidos como campesinos y es por eso que nosotros como Consejo Asesor del Área hemos querido celebrar este día, celebrando de comunidad en comunidad, este día es muy especial porque nos reconocemos como trabajadores de la tierra

¡Más de 50 años y seguimos marchando por reconocimiento!, lo dice el dirigente, y me pregunto,¿se naturalizó la protesta como forma de diálogo entre los ciudadanos y el Estado? Y peor aún, ¿lo adoptamos como única forma de ser considerados? ¿Guagua que no llora, no mama? Como dice el dicho coloquial

Me inquieta que la marcha sea una efeméride más, sobretodo cuando me ha tocado ser parte de las marchas, como estudiante exigiendo calidad, como trabajadora gritando el No+AFP, como mujer haciendo historia en el #8M  o como profesional, cubriéndolas y viendo cómo con el tiempo se reducen los convocados pero aumenta la violencia.

Me angustia no poder encontrar una forma de aportar, pues cualquier atisbo de propuesta es liviana si no se considera un aspecto central, y que – a mi entender- la consulta dejó de lado, y que es conocer la mirada desde el afectado, el incumbente, esa persona a la que el tema le afecta y no responde a una consulta sólo como número o por una cuestión georeferencial. ¿A qué me refiero con esto? Es que en el caso de la consulta, sólo por ser mapuche y vivir en la región podría haber sido parte del proceso, pero ¿ pesa lo mismo la opinión de alguien que no tiene tierra y que por lo mismo no vive de ella? ¿Puede mi opinión ser igual de válida de aquellos que la perdieron por arriendos a 99 años o que tienen problemas de deslindes al interior de su comunidad? ¿Es serio el proceso de consulta 2019 o es sólo un “check list¨”? … juzque usted