Informe sobre inhabilidad presidencial instala debate respecto a permanencia de Piñera

La Moneda ayer estaba abocada 100 por ciento a sacar el mayor lustre posible al discurso presidencial por la conmemoración de los 30 años de la recuperación de la democracia, pero dicho esfuerzo quedó empañado con el informe que solicitó el Senado para esclarecer el mecanismo que establece la Constitución para inhabilitar al Mandatario por impedimento físico o mental, porque con ello, implícitamente, se puso en tela de juicio la capacidad física o mental de Sebastián Piñera para terminar su mandato. Un tema complejo, delicado, que públicamente se evita, aunque se ha hablado constantemente estos meses en la trastienda del mundo político.

La decisión de solicitar el informe no fue azarosa. Respondió a la solicitud expresa de los diputados de la Federación Regionalista Verde Social (FREVS), Alejandra Sepúlveda, Jaime Mulet y Esteban Velásquez, quienes en un documento dirigido a la Cámara Alta plantearon que, dado el “comportamiento errático” de Piñera durante estos cinco meses de crisis social, se hace necesario despejar el mecanismo que establece el artículo 53, n°7, de la Constitución sobre la atribución exclusiva del Senado para “declarar la inhabilidad del Presidente de la República o del Presidente electo, cuando un impedimento físico o mental lo inhabilite para el ejercicio de sus funciones”.

Para los tres diputados mencionados hay poca claridad respecto del artículo constitucional en cuestión y, por lo mismo, se hace necesario esclarecer el mecanismo para la destitución, su tramitación y el quorum que requiere para ser aprobada. Efectivamente, la Constitución no responde a ninguna de dichas interrogantes, por lo que el martes el presidente del Senado, Jaime Quintana (PPD), informó en la Sala del tema e instruyó a la comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara Alta para que elabore un informe al respecto.

En la derecha y el Gobierno cayó pésimo lo de este informe. La timonel UDI, Jacqueline van Rysselberghe, reclamó a sus pares del Senado que era una medida antidemocrática y en el resto de la derecha, mayoritariamente, se entendió como una estrategia para mandarle el mensaje a Piñera –reconoció un histórico RN– que ayer no tenía nada que festejar al cumplir dos años de Gobierno, porque en el Congreso había personas que están pensando en sacarlo.

“Esa fue la oportunidad que se aprovechó, el día para hacerlo, pero en el fondo lo que esto refleja es lo que un grupo de parlamentarios ha intentado, primero con la acusación constitucional y ahora con esto, sacar al Presidente y están sondeando otras vías”, precisó un piñerista.

Fuentes del oficialismo reconocieron que más de una vez se ha tocado el tema, que se ha hablado y escuchado sobre las dudas del estado de salud del Presidente. Pero nadie habla de alguna enfermedad o problema de salud concreto que lo pudiera inhabilitar para ejercer su cargo, pero lo que sí afirmaron en la derecha ayer es que se sabe que al Mandatario se le han agudizado características complejas de su carácter, que “está más inflexible”, que además “está muy poco tolerante al disenso”, que “se le vinieron los años encima” y que ya “no es el Piñera enérgico de antes”.

La Moneda optó por bajarle el perfil al tema y atribuirlo a personas que solo buscan prensa por un día. En esa lógica se circunscriben las palabras del ministro del Interior, Gonzalo Blumel, quien dijo que esto “ratifica que hay algunos parlamentarios, pocos, porque es una cosa que no representa ninguna mayoría, ni mucho menos, que al final más que convicciones democráticas lo que quieren es obstaculizar las acciones que está impulsando el Gobierno para ir avanzando en la superación de esta crisis”.

Pero lo cierto es que el informe solicitado dolió en Palacio. Internamente reconocieron en el Gobierno que “ensombreció” el aniversario de los dos años, un hito para el cual el propio Mandatario y su jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet, habían trabajado con dedicación, sigilo y recelo el discurso presidencial, el que se enmarca en la estrategia diseñada para tratar de sortear el 6% de apoyo ciudadano que tiene el Mandatario y reinstalarlo como un actor político relevante. No solo eso, en Palacio consideraron el hecho como una malintencionada jugada que no vieron venir: “Se esperaban protestas y movimiento en las calles, no esperábamos que se instalara la idea de que el Presidente podía no terminar su mandato”, lamentó un inquilino de La Moneda.

En la derecha, igual se prendieron las alarmas, porque con esto no solo se instalan las dudas acerca de la continuidad del Mandatario en su cargo, sino que en paralelo se siembra la duda sobre su estado de salud. Otro punto delicado, pero que tampoco es nuevo y que ha rondado como un incómodo tufillo los círculos del Gobierno desde antes incluso del estallido social del 18 de octubre, que cada cierto tiempo reaparece transversalmente en todas las conversaciones políticas los últimos meses, dadas las erráticas actuaciones presidenciales.

Fuentes del oficialismo reconocieron que más de una vez se ha tocado el tema, que se ha hablado y escuchado sobre las dudas del estado de salud del Presidente. Pero nadie habla de alguna enfermedad o problema de salud concreto que lo pudiera inhabilitar para ejercer su cargo, pero lo que sí afirmaron en la derecha ayer es que se sabe que al Mandatario se le han agudizado características complejas de su carácter, que “está más inflexible”, que además “está muy poco tolerante al disenso”, que “se le vinieron los años encima” y que ya “no es el Piñera enérgico de antes”.

En una columna de 21 de febrero en La Tercera, el historiador Alfredo Jocelyn-Holt dijo sobre el Presidente: “Tieso, ojeroso, arrugado, la mirada perdida. Si antes alguien lo calificó como ‘un grande’, tendrá que admitir que se ve disminuido. Muy lejos del Piñera piloteando su helicóptero, el de la locomotora a todo dar sin frenos, bailando con sus ‘amigos’ de la patrulla juvenil”. Y en otro párrafo agregó que “la ambición solo sirve para llegar donde se quiere llegar, pero no asegura para nada que pueda uno mantenerse en pie y con dignidad una vez allí. Moraleja: en un régimen parlamentario, Piñera estaría con otra cara y sanseacabó con él”.

El analista político y decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno, afirmó que “el estado de salud de un Presidente es una información a la que en cualquier democracia moderna todos los ciudadanos debieran poder tener acceso, pero aquí ha habido un resguardo excesivo con eso”.

En La Moneda saben que el tema de la salud presidencial ha sido “conversación de pasillo”, pero aseguraron que desde el breve receso que se tomó Piñera a fines de diciembre, más sus vacaciones en febrero, ya “no hay razones para preocuparse”.

Un zapato chino

En paralelo al tema de la salud del Presidente, a nivel político, entre dirigentes, parlamentarios y asesores, tanto del oficialismo como de oposición, no es extraño escuchar críticas permanentes al mal manejo de La Moneda y en particular al de Piñera. Es más, es bastante transversal la duda sobre la capacidad política de Presidente de ejercer un liderazgo de estadista que guíe al país a una solución en estos dos años que le restan y no son pocos los que, además, consideran que hace rato pasó a ser parte del problema en esta crisis.

El punto es que de lado y lado se siente en un zapato chino, en una encrucijada. Desde la derecha, efectivamente, muchos saben que Piñera no ayuda en nada a mejorar las cosas en el país, pero tienen igual de claro que cualquier opción que implique interrumpir el actual Gobierno, aunque sea por vía institucional, tendría un efecto económico muy negativo. “Independiente que Piñera es parte del problema, el efecto en las inversiones de un país en que su Mandatario no termina su período es muy fuerte, el país se cae a la tercera división inmediatamente”, recalcó un alto asesor gubernamental.

En varios sectores de la oposición, en tanto, la preocupación principal es que una salida anticipada de Piñera “eche por tierra el proceso constituyente”, y por eso, agregaron, en el Senado muchos se sienten complicados, atados de manos. Asegurar el plebiscito y el resto del itinerario para llegar a una nueva Constitución es la piedra de tope para aventurarse en cualquier alternativa institucional que implique terminar antes de tiempo la administración piñerista.

No por nada ayer se movieron hilos, hubo llamadas y gestiones desde la ex Concertación y lo que fue la Nueva Mayoría con varios senadores, para evitar que la idea de la inhabilidad “pase a mayores”.

No fue casual el tono y contenido de la declaración del senador PPD, Felipe Harboe, quien salió a poner paños fríos: “Se trata de una solicitud para ver cuál es el procedimiento, no es un requerimiento de inhabilidad. Aquí hay tres diputados que han solicitado al Senado una aclaración respecto a cuál es el procedimiento aplicable frente al evento que se presente un requerimiento en virtud del Artículo 53, número 7, de la Constitución (…). Un llamado a la calma, a la tranquilidad”.

Agregó que “dado que no hay un precedente en Chile de utilización de dicha facultad, teníamos que ser extremadamente cuidadosos y ver legislaciones extranjeras para ver cómo han resuelto ese tipo de situaciones y, por lo tanto, a lo que la comisión de Constitución se va a abocar, es a analizar un procedimiento de carácter técnico y no político, toda vez que se trata de casos de inhabilidades de autoridades en función de incapacidades físicas o mentales”.

Su par del PS, Alfonso de Urresti, afirmó que “claramente estamos con una situación complicada en el país, tenemos un Presidente bastante errático en sus planteamientos, pero responsablemente como comisión haremos el informe que nos corresponde”.

Sobre las complicaciones que el tema de la continuidad de Piñera genera en el mundo político, el analista Marco Moreno hizo hincapié en que esto se debe a que “la elite del poder, de los partidos, carga con una mochila muy pesada que tiene que ver con el trauma del quiebre institucional del 73 y se antepone eso como argumento, en circunstancias que no estamos hablando de eso, sino de una salida institucional, porque aquí no hay salida política, el Presidente Piñera se cierra a un proceso de negociación política”.

Dicho eso, el analista recalcó que la idea de la inhabilidad es la búsqueda de “un mecanismo institucional para poner desde ese plano un tema que está instalado en la conversación cotidiana, en la opinión pública, si Piñera termina o no su mandato”, porque lo que no se puede negar, añadió, es que “hay una ausencia de Gobierno, el Presidente no está tomando decisiones” y por eso se están explorando fórmulas institucionales.

Las opciones

En 30 días debería estar el informe de la comisión de Constitución que señale los alcances reales del mandato del artículo 53. Al respecto, el abogado constitucionalista de la Universidad de Valparaíso, Christián Viera, explicó sobre la inhabilidad que “el problema es cómo está redactado. Dice que el Senado debe declarar la inhabilidad del Presidente por un impedimento mental o físico del Presidente de la República y luego se pone en la hipótesis de la renuncia. Lo segundo que sabemos es que en ese caso se debe oír al Tribunal Constitucional. Nada más dice la Constitución. Entonces, en este punto no estamos hablando de una declaración de demencia al modo como se hace en el Código Civil, sino que es una válvula, una cláusula política que habla de la ineptitud del Presidente para seguir en su cargo”.

Considerando que al Primer Mandatario le quedan aún dos años de Gobierno, Viera dijo que “tiendo a pensar que en estos momentos la figura del Presidente de la República resulta conflictiva para un progreso desde la perspectiva de las demandas sociales, por lo tanto, hay que pensar muy bien si es la persona idónea para poder conducir los dos siguientes años de Gobierno”. Eso sí, advirtió que “en el evento que se llegase a presentar esa solicitud, habrá que escuchar y tratar de demostrar que se trata de algo que efectivamente es plausible, no puede ser un voladero de luces, porque, si lo es, lo que está en riesgo es el Estado de Derecho”.

El profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Chile Luis Cordero recordó que esta es una norma que nunca se ha aplicado en Chile, por lo que no existe claridad de cómo opera, no hay precedente y no tiene un sistema de tramitación. “Los diputados no tienen ninguna atribución en este procedimiento, al Senado le corresponde evaluar, pero la normativa no tiene procedimiento legal. En rigor, lo único que requiere el proceso es un informe de la Comisión de Constitución, no tiene regla de quorum particular, por lo que se somete a los quorum generales, que es la mayoría de los miembros (senadores) presentes. Hay un requisito y es que se debe escuchar previamente al Tribunal Constitucional, que elabora un informe, que es consultivo, pero no vinculante”, añadió.

El abogado y académico hizo además un punto y recordó que esta no es la única fórmula institucional para sacar al Mandatario. Explicó que sí se puede acusar constitucionalmente al Presidente Piñera, ya que el libelo que fue rechazado en diciembre, naufragó en la Sala en la etapa de la cuestión previa, por lo tanto, quedó como “no presentada”, ya que no cumplió con los requerimientos técnicos para ser votada en la Cámara y solo requiere de nuevos argumentos para ser presentada.

Conclusiones

Es evidente que la solicitud de los diputados Mulet, Velásquez y Sepúlveda no dejó a nadie indiferente, causó bastante revuelo y prendió muchas alarmas. La diputada Sepulveda dijo a El Mostrador que “nosotros estamos tratando de estudiar las distintas formas en las que un Presidente puede renunciar y, frente a eso, nos encontramos con un vacío tremendo y eso es lo que le planteamos al presidente del Senado”, y añadió que, además, se pidió una sesión especial de la Cámara Baja para discutir la posibilidad de adelantar las elecciones presidenciales.

Velázquez explicó que lo que motivó esta consulta es “cómo ayudamos a construir un nuevo país y, por lo tanto, no se trata solo de sacar adelante pequeñas iniciativas legales que son verdaderos parches y maquillaje (…), lo que nosotros queremos son salidas constitucionales, es lo más responsable y lo más sano. No pretendemos colocar obstáculo alguno como dijo el ministro del Interior. Por el contrario, estamos haciendo una contribución para que desde la Constitución nosotros podamos verdaderamente buscar la salida que corresponde”.

Ante las críticas que generó la idea en la derecha, el diputado planteó que si este mismo escenario político de los últimos cinco meses se hubiera generado con un Gobierno de centroizquierda, “ya habríamos tenido algunos poderes fácticos presionando por otro tipo de salida, probablemente mucho más dura (…), y como no queremos esas salidas, estamos buscando la salida democrática, responsable, cuerda, que es lo que realmente estamos esperando”.

El mostrador