Columna de Rayen Ingles Hueche: Ayer soñé con Chile

Como un sueño de Tv que se construye con personajes creativos, bondadosos y conscientes del bien común, de la historia, de los sueños y con final feliz, se matizan las esperanzas de una sociedad envejecida que no quiere envejecer. Contradicción vital, presente en el diario convivir de una expectativa abierta al cambio y mejoras en la tan mentada calidad de vida, referido a pensiones justas y procesos justos. El problema de las pensiones que despierta a muchas personas mayores en el sobresalto de la sobrevivencia a recursos escasos y el aumento de necesidades. Bien sabido es, que el envejecimiento como proceso trae como consecuencia la perdida de redes sociales de apoyo, la falta de empatía y el despertar a una etapa cuya condición gráfica, dibuja un teorema común, difícil de resolver. Es la condición que afecta miles de chilenos mayores de 60 años, que enfrentan el desafío en soledad y con sueños del pasado que se voltean en la vida con poca oportunidad, con sobrevivientes, cuya capacidad de resilencia supera cualquier expectativa, mientras los políticos de la política discuten por años la formula que sin afectar la economía permita la presencia en dignidad de más de 3 millones de chilenos.
Las personas mayores esperan cautos, agrupados pero no movilizados los cambios sociales que permitan vivir mejor, la historia se repite generación tras generación, hasta llegar a los 100 años, para celebrar la vida y compartir experiencias como tesoros intergeneracionales.
Y como en TV transcurre el curso de la vida, con su indomable avance y la escaza percepción de envejecimiento de las nuevas generaciones, en complicidad con una discusión política que revive sueños y los mata lentamente, dependiendo del liderazgo de la discusión o quien discute, sin representar el interés supremo de las personas mayores. Se perdió el sentido común y la responsabilidad solidaria política, se perdió en la inmediatez de las redes sociales que anuncian como estrellas resplandores que se ocultan en el nuevo día, promoviendo la espera como Kafka, en un compilado de oportunidades y justicia que parecen sueño, ya que la justicia social en el marco de la representación es una demanda empapada de principios ajenos a la dignidad.
La contribución de las personas mayores es referida al pasado y su capital activo no constituye en el pleno la fortaleza de su presencia en nuestra sociedad. Esta situación es grave y se oculta en las cifras de organismos que deambulan en la academia como fantasmas temerarios, sembrando conciencia en redes sociales por las nuevas generaciones. La pregunta es, de tanta opinión política vale la espera de las personas mayores? A mi parecer el abordaje es urgente, la determinación y la acción constituyen condiciones que no pueden esperar, asumir el desafío es un deber ético y político, cuyo resultado permite consolidar el proceso de envejecimiento como un tema país.
La discusión sobre la reforma previsional es el eje fundamental de esta espera, la contribución política y exclusiva de los políticos en nuestro país, ha detenido el avance de los sueños de quienes participan desde la queja y la afectación legitima y legal que muchos cuestionamos. ¿Qué esperamos? Una reforma, no cualquier reforma, una reforma que recupere la dignidad de las personas mayores, que involucre un sueño hecho realidad, que utilice los datos de la sociedad del conocimiento y que designe a la vejez como una condición inherente a la vida de las personas que viven en chile. La condición subyace y se transforma en permanente, hacer un llamado a los políticos, porque también es un deber, ya que la democracia proporciona herramientas de control que deben activarse para evaluar las condiciones de vida que nos proporciona un estado frente a la vulnerabilidad. Por que las personas mayores, al no contar con recursos para movilizar sus necesidades, quedan marginados del sistema que los acoge con un doble estándar que avergüenza.
El sueño de vivir y convivir se queda en espera, en una fortaleza incomparable de las personas mayores que expectante al cambio y llenos de sueños, despiertan cada día para enfrentar el desafío.
Esta es una historia que protagonizan más de tres millones de chilenos diversos, encantados por la opinión pública y subyugados a las decisiones sobre condiciones mínimas que la política con todos sus atributos no logra resolver. Es tiempo de decisiones, de aportar con acciones, de no retardar la espera y de asumir que la vejez de otros es nuestra propia vejez. Que ironía, soñar no tiene precio, pero la legítima demanda de un sistema de pensiones dignas constituye la base de una sociedad más justa y no puede seguir siendo un sueño.

 

“Este proyecto es financiado a través del Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y del Consejo Regional de La Araucanía”