Columna de Myriam Soto Soto : ¿ Cuánto vale mi salud?

Un día de la última semana del mes de septiembre, tuve que concurrir a una connotada clínica de la ciudad de Temuco, para realizarme un examen “Colonoscopía”. Ya había sido una odisea lograr hora para dicha atención; al llegar media hora antes al módulo de la especialidad, una de las señoritas secretarias pregunta por el tipo de sistema previsional de salud, cuando uno menciona FONASA ya comienza el cambio en el trato cordial del comienzo. Se me informa que previo al examen se debe comprar el bono, lo que hasta aquí parece más que razonable, se paga una cifra cercana a los $ 110.000 y desde este momento comienzo como paciente a observar y vivenciar cómo opera el negocio de la salud.
Luego de unas consultas básicas me ingresan a la sala asignada para la realización del citado examen, a la espera de la llegada del doctor, quien indica unas dosis de sedante, las que no surten efecto, éste se realiza sin esperar o bien indicar otro sedante, seguramente porque no se puede dedicar más tiempo a la persona y se pueda continuar con las atenciones del día, el sufrimiento físico causado es incomparable con otras dolencias. Resultado, en el mismo procedimiento se extraen dos pequeños pólipos y termina la intervención con la instrucción que debo pasar a la secretaría a retirar el informe.
He aquí lo inexplicable de la situación, sin la menor consideración se me informa que el pago realizado debe que anularse, pues se debe pagar un programa médico y además el uso de pabellón, que nunca se ocupó y además éste no es cofinanciado por la institución de salud. Explico a la secretaria los hechos, pero al igual como lo hacen todas las empresas comerciales indican que es el sistema, que esos son los procedimientos y repiten como maquinas el discurso grabado en sus mentes. Al no tener otra alternativa solicite la devolución de lo ya pagado para adquirir los nuevos bonos, con asombro me entero que esto no es posible pues el Departamento de Finanzas de la clínica es el que tiene que resolver, a estas alturas como ya había pasado mucho tiempo no fue posible adquirir los nuevos bonos y viene la peor parte, se retiene el informe hasta el día siguiente cuando se concrete el pago, por supuesto con cero sensibilidad por la persona enferma. No pude el mismo día concurrir a mi médico tratante, perdí la hora solicitada y tuve que volver a mi domicilio con más dolor físico y consiguiente pérdida económica.
Al día siguiente tuve que comprar los bonos, aún con la convicción de estar pagando una suma de dinero por un pabellón que nunca se usó, pero como no queda más remedio que someterse a los criterios impuestos por quienes dicen preocuparse por la salud de sus pacientes, entregué los bonos a la secretaria , quien después de revisar escritorios y carpetas no encuentra el informe, transcurrida una larga espera aparece una enfermera, prefiero omitir el nombre, indicando que no me lo puede entregar pues por error administrativo de parte de las funcionarias no se me solicitó la firma autorizando la extirpación de los llamados pólipos, pues bien después del trato desconsiderado recibido me negué a la firma que condicionaba la entrega del informe, finalmente obtuve el informe sin saber si permanece en la ficha médica la falta de firma o una distinta a la propia.
Han pasado más de VEINTE DÍAS de tan desagradable vivencia y aún no se me restituye el dinero pagado en exceso por la compra de un bono que luego a juicio de la clínica se debe invalidar, pues el procedimiento realizado tiene otro valor.
LA SALUD DE LAS PERSONAS VALE LO QUE SE COBRA
Así no Hay SALUD