Columna de Silvia Paillan: “Hablar bien, hablar mal”

Tras el bochornoso momento protagonizado por el diputado Ignacio Urrutia Bonilla, al ironizar durante la interpelación al Ministro del Interior, Andrés Chadwick Piñera por parte de la también diputada, Emilia Nuyado Ancapichún; cuando ésta al iniciar su alocución en mapudungun, Urrutia pregunta “¿Está hablando en inglés?”
Muchos se sumaron a criticar al parlamentario UDI; sin embargo, poco se ha dicho de lo que trasciende a esta clara manifestación de un Chile que hace muy poco no se cuestionaba el respeto a sus pueblos originarios, a su lengua y que los dichos de Urrutia dan cuenta de un desconocimiento de ella. Pues –sabido es – que no se aprecia lo que no se conoce, y la lengua mapuche cae tristemente en esa categoría, pues muchos de los que somos mapuche nos hemos visto afectados por la imposibilidad de acceder a hablarla con fluidez.
Claramente, es un privilegio de pocos, aún no del todo reconocido, el manejo de la lengua indígena como primera lengua.
¡Cuántos no quisiéramos ser de esos! Y dejar atrás el hablar en voz baja y simplemente usar nuestra lengua para expresar todo ese maravilloso mundo que recrea un idioma tan propio de la tierra. Quizás podríamos entendernos incluso mejor entre nosotros mismos, los mapuche del campo con los de la ciudad, los de la urbe con los del xeng xeng o el lafken.
Quizás el mejor manejo de la lengua permita terminar con los esterotipos del mapuche terrorista, o el del comercio ilegal asociado a las hortaliceras o permita entender la tradición patrimonial que existe atrás de las carretas de cochayuyeros en el centro de Temuco.
Gracias diputado Urrutia por relevar un tema pendiente para la sociedad en general, por dejar en evidencia que una educación de calidad no necesariamente proviene de un colegio pagado, que el respeto por “las minorías” es un activo en política. Agradezco que nos recuerde a los mapuche, que hay un gran espacio por reivindicar que es el del lenguaje, debemos apostar por la reivindicación de nuestro hablar de la tierra, de tomarnos los emoticones y dejar de dar “me gusta” para decir “ayufin mai”