Columna Daniel Sandoval: No nos mientan más !!”

Escribe Daniel Sandoval, Periodista, Consejero Regional, Federacion Regionalista Verde

La mentira en su espíritu, busca ocultar la realidad o una verdad, completa o parcial, pero busca esconder algo. Esto es lo que ha acontecido en estos ya casi 30 años con la Región de La Araucanía y los sucesivos gobiernos que han tenido la opción de administrar el Estado.  Mentiras y más mentiras, aquí si el Estado tuviera cara esta tendría una gran nariz, toxica, contaminada y llena de mentiras piadosas. Que deseo decir con esto, los gobiernos de Bachelet y Piñera nos mintieron. Lo paso a detallar en estos últimos 9 años, que han tenido de base las pasadas administraciones de Aylwin, Frei y Lagos.

El Plan Araucanía 7 del Gobierno de Sebastián Piñera periodo 2010-2014, nos decía que en un plazo de 12 años la región dejaría de ser la más pobre, ubicándose en un mejor ranking en desarrollo y competitividad, en definitiva fue un plan que nunca existió, fue un slogan que con el mismo presupuesto que recibe la región, a todo lo que se movía e inauguraba lo enmarcaban en este plan, nos hicieron creer que si teníamos una atención preferencial y distinta del estado central con nuestro territorio. No fue.

Michelle Bachelet 2014-2018 nos mantuvo entretenidos 4 años, sobre todo a la bancada transversal de parlamentarios de la región, con la famosa Ley Araucanía. Este fue otro intento frustrado para tratar de decirnos que hacían algo por nosotros, al final terminó el gobierno y no vimos un artículo o texto sobre esta iniciativa que incluso fue acordada por parlamentarios y el saliente Presidente Piñera el año 2013. Otra vez, una iniciativa que pasó sin pena ni gloria por el Congreso Nacional, sin consulta y sin participación de las comunidades, a espaldas de la región.

Hoy se repite la historia, nos hablan de un Plan Impulsa y un Acuerdo Nacional por La Paz, es la continuidad de todos estos estériles esfuerzos que solo quedan en anuncios, titulares o slogan que ocultan lo que hay de fondo, el negacionismo del Estado y de una elite política frente a la diversidad cultural, económica, espiritual y política de nuestro territorio. Esta realidad se ha tapado con leyes y planes especiales, con el PDTI, con el Chile Indígena, antes el “Orígenes” y hoy con el Plan Impulsa. Este plan que no existe, no es más que la administración de los mismos recursos de siempre, incluso proyectos de arrastre de hace 10, 5 o 3 años, que gobierno que llegase los debe materializar, es más, por mandato constitucional y de acuerdo a la ley de gobiernos regionales es un deber, obligación y no un favor del Estado, invertir en agua potable, conectividad, postas, escuelas, infraestructura y fomento productivo, por lo tanto ¿Qué hay de nuevo o cual es la innovación? ¿Qué nos diferencia en el trato con nuestros vecinos de Los Ríos y Biobio?

¿Qué hacemos? La receta debe ser construida desde un nuevo pacto social – fácil escribirlo, complejo de ejecutar – un pacto amplio, transversal, horizontal, donde nadie quede excluido, pero ese pacto lo hacemos desde nuestro territorio, desde abajo, con la sociedad civil, comunidades, organizaciones, partidos políticos, fundaciones, universidades, mapuche, chilenos, colonos, sin esperar anuncios de candidatos presidenciales que se bajan del avión, dan una cuña en la prensa y después regresan a Santiago a sentarse en La Moneda. De la misma manera vemos como diversos parlamentarios están preocupados por cuantas veces vino o no vino Bachelet o Piñera a la región, como si las visitas del nivel central resolvieran algo. Está demostrado que seguirá el conteo de cuantas veces venga alguien de Santiago, si en nuestro territorio no nos dejan el poder, las competencias, facultades y atribuciones para construir nuestro propio proyecto político, con un Gobierno Regional Plurinacional que avance a paso firme hacia una autonomía regional que le pueda brindar al pueblo mapuche las herramientas necesarias para que desde su autodeterminación – sin asistencialismo y paternalismo – pueda recuperar la configuración de su pueblo nación en convivencia con esa chilenidad que los respeta, valora y que busca, más allá de los sloganes, poner fin a lo que nos dijeron cuando niños, “que no era bueno mentir”.