Columna de Ambar Cayupan Bustamante: “Partidos políticos y mujeres indígenas”

Los partidos políticos, por definición, debieran ser el vínculo más concreto que existe entre la ciudadanía y los espacios de representación electoral tradicional. Estos tienen la difícil tarea de canalizar la diversidad de la población, y traducirlo en visiones, propuestas y opciones electorales que puedan construir, a través de la institucionalidad actual, un país que los represente. Sin embargo, al analizar el congreso chileno y su composición, es posible observar que la cantidad de mujeres poseedoras de un escaño alcanza tan solo el 21%. Una cifra vergonzosa, considerando que somos el 50% de la población total de Chile- esto según las proyecciones del INE para 2019-, y que existe una gran cantidad de partidos que debieran poder atraer y posicionar a representantes de este género.

El panorama se vuelve aún más desolador cuando realizamos un análisis más profundo de esta situación, y nos concentramos solamente en la representación de mujeres provenientes de pueblos originarios en nuestro congreso. Respecto a lo anterior, podemos observar una muy baja representación de mujeres de pueblos originarios, que se traduce en un 2,3% de mujeres indígenas en el senado (Yasna Provoste Campillay, de origen diaguita), y un 1,3% en la cámara de diputados (Emilia Nuyado y Aracely Leuquén, ambas de origen mapuche).

Según datos del INE en 2017, las mujeres indígenas representamos el 13% de la población femenina en Chile, una cantidad no menor a la hora de hablar de política y elecciones. Sin embargo, las cifras demuestran que existe un completo desinterés desde los partidos políticos a la hora de considerar a candidatas de origen étnico en las papeletas. Intuyéndose que esta falta de mujeres de origen indígena también se replicaría en sus bases partidarias y cúpulas partidarias, y que podríamos identificar como una de las causas que perpetuarían la condición de invisibilización y marginación política que hoy en día viven las mujeres indígenas.

En la actualidad, existe un común acuerdo, a nivel nacional e internacional, desde organizaciones como ONU mujeres o nuestro propio SERNAMEG, sobre la importancia y el valor que entrega la representación de mujeres en los distintos espacios de participación política. Más aún cuando hablamos de grupos de mujeres que han sido históricamente marginados de los distintos espacios de toma de decisión, como lo son las mujeres de los distintos pueblos originarios de Chile.  Estas cifras resultan sumamente alarmantes, considerando que existe una deuda latente con los pueblos originarios de este país. Pues resulta incomprensible la falta de atención a este grupo de la población desde instituciones tan cruciales a la hora de discutir la agenda indígena, como lo son partidos políticos. La falta de consideración de estas mujeres en sus bases y como representantes de sus propias líneas partidarias representa un hecho que, por lo bajo, es preocupante, dada la necesidad de escuchar y traducir en acciones políticas las demandas de este grupo de la población.

Lo que hoy en día resultaría lógico, es que desde los partidos políticos pusieran atención en la formación y militancia de estas mujeres con origen étnico. Para lograr con éxito convenir en leyes, políticas públicas y acuerdos que tengan pertinencia cultural, enfoque de género y que puedan generar un avance satisfactorio para la mayoría de la ciudadanía. Las mujeres indígenas son una voz que necesariamente debemos escuchar si pretendemos crear espacios interculturales, que derriben las brechas de género existentes y que amplíen las oportunidades para nuestros pueblos originarios. No podemos excusarnos en mitos como la falta de capacidades o de interés en la participación desde las mujeres indígenas. Pues es posible observar a una cantidad importante de mujeres indígenas en espacios de representación política no tradicional, un ejemplo de esto es que el 40% de la comunidades mapuche poseen como presidenta a una mujer, que perfectamente podrían transformase en lideresas en política electoral tradicional.

Es necesario fortalecer la participación de estas mujeres en espacios de representación electoral tradicional, más aún ante la crisis de legitimidad que viven los partidos, pues es necesario volver a entablar nuevas confianzas y abrir diálogos desde las bases para reavivar la democracia. Y gestos como la apertura de estos espacios a mujeres indígenas, son un paso para que los partidos políticos puedan volver a establecer lazos de confianza con una población que ha sido largamente invisibilizada, pero que posee un potencial tremendo cuando hablamos de nuevos liderazgos. Acciones como esta legitiman su existencia, y los comprometen con el desarrollo igualitario y equitativo de grupos vulnerables y de la población en general. Aportando al desarrollo de, no tan solo un país, sino que también de todos aquellos pueblos que sentaron las bases de lo que es hoy en día es Chile.

Es por esta razón que hago un llamado a los distintos partidos políticos chilenos, los insto a volver a ser el puente entre la ciudadanía y las instituciones. La inclusión de mujeres indígenas en espacios de política tradicional puede ser el cambio que necesitemos para resolver los distintos problemas que existen entre el Estado de Chile y los pueblos originarios. Sin embargo, no lo sabremos hasta que los partidos políticos preparen, consideren y promuevan estos nuevos liderazgos femeninos.

Necesitamos más referentes de origen indígena, y creo firmemente que es desde los partidos, y su labor social y política, que podremos concretar esta tarea de aumentar los números de representación de mujeres pertenecientes a pueblos originarios. Buscando así formar un país más representativo, más intercultural, y que pueda marcar el comienzo de un camino, que a través de acciones como esta y tantas otras más, pueda llegar hacia la tan anhelada justicia y paz entre los pueblos originarios y el pueblo chileno.

 

Cientista Político ENAMA

Directora de estudios de Fundación Rakizuam

 

“Este proyecto es financiado a través del Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y del Consejo Regional de La Araucanía”